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viernes, 18 de mayo de 2012

La importancia de una pregunta

Después de estos días de recuerdos sobre el 15M y cómo funcionó, he hecho una reflexión interna de cómo se hicieron las cosas. Uno de los pilares del 15M residía en la participación ciudadana, y para ello se les transmitían preguntas, para nutrir al movimiento con sus respuestas y convertir a estas en su manifiesto. El problema es que surgieron sectores que determinadas respuestas las consideraron amenazas, cuando en realidad el problema no era lo que unos exponían, el problema era lo que se preguntaba.

Se ha criticado mucho la lentitud en la toma de decisiones del 15M, y esta se ha justificado diciendo que es difícil conseguir consenso en aspectos tan controvertidos, y más, cuando los grupos son tan numerosos. Y sí que es difícil lograr esa unanimidad al tomar una decisión, sobretodo cuando los asistentes tenían ideologías tan variadas. Pero más lo es aun si no se hacen las preguntas correctas. Es muy idílico pensar que si preguntas al pueblo te van a dar respuestas, en realidad lo que te dan es problemas, y uno de los grandes fallos de las asambleas ha sido dejar de lado los problemas para buscar soluciones, cuando en realidad las soluciones estas se encontraban implícitas en los problemas.

Por exponer la idea de una manera muy simple, si yo a 10 personas les pregunto "¿qué día quedamos para comer?" me van a dar 10 respuestas totalmente distintas, desde un "el lunes me va bien" a un "quedar y me decís". Sin embargo, si a esas 10 personas les dices "¿qué día no podéis quedar?" podrás determinar una fecha concreta en la que una mayoría podrá asistir. Este ejemplo es bastante claro de cómo encontrar la solución en las propias respuestas de la gente si haces la pregunta adecuada.

Lo mismo pasa en un grupo de debate, si la pregunta es "¿cómo salimos de la crisis?", cada uno te dará un modo diferente, siendo además estas alternativas en muchos casos imposibles de llevar a cabo, sin embargo, si a ese mismo grupo les preguntas "¿por qué estamos en crisis?" te van a contar problemas reales, consecuencias que han sufrido ellos o sus allegados, te van a entregar el punto de partida, porque te están diciendo las cosas que hay que solucionar, y una vez recogidas todas, puedes quedarte con aquellas que más veces se repiten o que tienen consecuencias que afectan a más personas, y una vez hecho eso se las presentas a 5 licenciados o trabajadores de ese campo, y les preguntas de qué modo solucionarían esos problemas y porqué. Una vez que tienes esas respuestas las expones, las sometes a debate y cuestionas en qué no están de acuerdo (no queremos saber que están de acuerdo, si no lo estuvieran no estarían allí), y así consigues llegar a unas soluciones fundamentadas en acciones concretas y reales.

Algunos me diréis que esa forma de hacer las cosas va en contra de los principios del 15M, porque es imponer el criterio de 5 personas ante las opiniones de todo un movimiento, pero en realidad es una forma de actuar mucho más democrática y sensata. El mejor ejemplo que se me ocurre al respecto es una obra. Las asambleas son como los abuelos que se pasan el día observando tras la valla cómo se hacen las cosas, y comentan que si el agujero es poco profundo, que si están echando mal el hormigón, o cosas por el estilo. Además dan hasta argumentos tan sensatos que a uno le parece que tienen toda la razón, aunque en realidad no tienen ni idea de qué están hablando. Por otro lado tenemos a los participantes con experiencia previa, en muchos casos con posiciones bastante radicales y que proponen acciones claras para llevar a cabo, ellos serían los instaladores. Saben muy bien cómo funcionan las cosas, también saben cómo venderte el producto, y sobretodo saben llevarte al terreno que más les conviene a ellos, para colocarte algo que no querías y aun encima decirte que fuiste tú el que se lo pidió.
Sin embargo, cuando te vas a hacer una casa no vas a que te la diseñen esos abuelos, ni vas directamente a negociar con los gremios la construcción, en primer lugar vas a ver a un arquitecto para decirle cómo la quieres y en función de tus preferencias te la diseñe, después hablas con los ingenieros para que definan las instalaciones, y por último contratas a un aparejador para que te lleve la obra ¿y por qué hacemos eso? porque son gente preparada, que conoce la normativa, sabe calcular las estructuras e instalaciones. También controlan a los gremios, evitan que impongan su punto de vista para beneficiarse. De modo que al final consigues que esa casa sea como querías, sin llevarte sorpresas, sin que te cueste más de lo previsto. El dueño de esa casa sería el pueblo, el cual tiene claro qué es lo que quiere, lo único que necesita es que se le planteen formas de llegar a ese punto. ¿No es mucho más democrático hacerlo así? Al final obtienes lo que quieres, sin que te impongan formas radicales de llevarlo a cabo.

Si no os he terminado de convencer, expondré un último ejemplo mucho más breve, de las veces que habéis tenido una discusión de bar, ¿en cuántas ha surgido un experto en el tema?, de los de verdad digo, y de esas veces ¿cuántas habéis tenido que agachar las orejas porque sus argumentos eran tan razonados y lógicos que te has dado cuenta que tu postura era absurda?

Sé que muchos pensaréis que he simplificado las cosas, pero yo os pregunto ¿no seréis vosotros los que las complicáis demasiado?

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